Sales una mañana de sábado pensando que vas a ir a la montaña, pero de camino uno va observando el cielo y en el último momento decides cambiar por la playa.
Este lugar tiene algo muy importante para mi, desde que era pequeño no había vuelto, pero básicamente se encontraba casi igual.
Un mar de nubes me asaltaban y de vez en cuando el sol pedía paso para alumbrar como si de un foco se tratase.
Como pasa el tiempo, el tiempo que se detuvo congelando el recuerdo de este lugar en mi memoria, anclando una parte de mi vida en este lugar.
Y después de unos veinticinco años he vuelto, interesante es sin duda la corriente de la vida, que como un rió nace arropado en las montañas y realiza un viaje hasta llegar al mar.
Cuantos sueños sin realizar y cuantos sueños rotos le dijo el barquero, pero hay caminos que uno no puede elegir y este en particular, nadie puede acompañarte.
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