Cuando uno quiere ver al Lince Ibérico no quiere decir que lo vaya a ver, que se deje ver o tal vez nunca más se vuelva a ver. Puede ser tan fácil como encontrar una aguja en un pajar.
Las sensaciones de verlo por primera vez tal vez sean turbulentas, no saber si mirar por los prismáticos, con los ojos o con la cámara, nunca estas preparado del todo. Pasados esos segundos eternos respiras, te preparas para devorar cada movimiento y fotografiar sin molestarle, silencio y tranquilidad. Una vez que se pierde entre la espesura del matorral te preguntas ¿Seguro que hemos visto al Lince Ibérico? En mi cabeza todo sucedió como en un sueño, afortunadamente las fotos realizadas muestran que ese sueño fue realidad.
Para mi ver al lince supone un pasito hacia delante, un sueño que debe tomar forma y que de alguna forma me llevara a otra, sueños y esperanzas. Pero también me lleva a la desesperación y la rabia, ¿que esperanza tiene una especie tan castigada (como muchas otras)? ¿Sabremos aportarle alguna oportunidad de supervivencia a la larga o solo podremos ser espectadores de su ultimo aliento?
Tal vez simplemente sea un Lince Ibérico y eso muestran las fotos, pero algo te remueve cuando estas a su lado.
Ese mismo día lo pude ver dos veces, la primera sin duda fue la mejor, la segunda se junto demasiada gente, mucho nerviosismo, mucha persecución y poca tranquilidad. Yo al final me limite a seguir con mi camino sin prestar demasiada atención a toda aquella gente con tanta ansia, creo que el lince debió pensar algo parecido. Esas sensaciones de la primera hora de la mañana cambio totalmente la segunda vez, y por un momento pensé si realmente eran amantes de la naturaleza o simplemente meros paparazzis con el famoso de turno.
Jo-der...
ResponderEliminarEnhorabuena, Pez. Buenas fotos (y buen texto).
Un saludo.
Gracias y un saludo.
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